miércoles, 9 de noviembre de 2011

Mi primer contacto con gente ESPECIAL (hace 12 años)


Un auténtico golpe de suerte ha dado sentido a mi vida. A mis 18 años, como casi todos los jóvenes aun no tenía claro que rumbo tomar, por qué camino empezar a encarrilar el que fuese mi futuro profesional.
 Primero un intento fallido y como he dicho, por casualidad y SUERTE me adentré más tarde en el mágico mundo de la educación especial. 

Jamás había sentido demasiada curiosidad ni tenía interés alguno por conocer a este tipo de personas. Por el contrario, sí que me gustaban los más pequeños. Desde bien temprano, estando aun en la escuela, planeaba junto con una amiguita hacer una guardería en la que trabajaríamos juntas. Teníamos planos, estaba todo totalmente estructurado en nuestras, por el momento, inmaduras cabecitas. Ahí se quedó, en una simple ilusión, una fantasía. Como es normal, cada una fue creciendo por su lado y enfocando su vida de forma muy dispar. Aunque pensándolo bien, las dos tenemos algo en común, nos dedicamos por completo a los demás, ella es trabajadora social y yo estoy a punto de obtener el título de educadora, pero no una cualquiera, sino una maestra especial. 

Mis alumnos son ESPECIALES, y yo, por ello, también me considero ESPECIAL. 

En un primer momento a mis padres no les hacia demasiada gracia que hubiera escogido estos estudios. Como es lógico cada uno quiere lo mejor para sus hijos y yo estoy segura de que les habría encantado que fuera una ingeniera o una abogada, o medico... porque son las carreras con “mas salida”. No creo que yo sea menos que un ingeniero, incluso me atrevo a decir que soy mucho más afortunada. Puede que ellos cobren más por el trabajo que desempeñan, pero jamás podrán sentir lo que yo siento ni encontrar las satisfacciones que mis chicos me dan con su día a día. El dinero no lo es todo, en absoluto. 

Pues bien, como decía, al principio no estaban demasiado conformes y decían que no iba a servir para trabajar con esta gente. Ya no sólo por ellos, sino por mí también, decidí apuntarme al finalizar el primer curso en la universidad, a un campamento como monitora de chicos con parálisis cerebral. Es muy distinto la teoría que te pueden dar los profesores a lo que después hay que hacer en la práctica. Por eso mismo, para saber si realmente merecía la pena seguir dos años más estudiando, me puse en contacto con ASPACE y me fui 15 días a un albergue para convivir, ayudar y a la vez aprender con estos chicos. 

La finalidad de este escrito no es relatar las vivencias de este campamento. Tengo muy buenos recuerdos de los usuarios pero no puedo decir lo mismo del trato que me dieron los monitores. También es cierto que no sé muy bien como después de aquello aun me quedaron ganas de intentarlo de nuevo, pero así ha sido y no me arrepiento en absoluto.

 De nuevo la casualidad fue la encargada de hacer que en una página de Internet leyese el testimonio de N. , una voluntaria de Navarra. Sentí curiosidad por saber más acerca de su experiencia ya que me conmovieron mucho sus palabras y caló realmente hondo en mi. 

Así pues, decidí escribirle para que me contase más en profundidad como había sido todo. Mantuvimos el contacto a partir de aquel momento y un buen día me animó a ir con ellos a un campamento que se haría en Málaga. Sin pensarlo dos veces di el SI QUIERO, secuestre a mi hermana y a una amiga y partimos el día 11 de julio hacia Madrid, donde nos encontraríamos con el resto de monitores y también tendríamos el primer contacto con los chavales. 

Se agolparon en mi muchos y diferentes sentimientos. Por un lado tenía miedo a que al ser todos conocidos entre ellos no nos aceptasen del todo bien, como me había pasado dos años antes, pero por otro lado estaba llena de ilusión y ganas de empezar a hablar con ellos y de conocer a la chica que me habían asignado. Al principio fue todo muy raro pero poco a poco me fui integrando más y conseguí vivir una semana de ensueño.
A. fue mi compañera de fatigas durante la estancia en Málaga. 50 años de edad, muy dependiente. Se encargó poco a poco de explicarme como debía hacer las cosas para que todo fuera correcto. Alguna vez discutimos por su cabezonería, pero sin más. Me encantó conocerla, es un autentico amor de mujer.
 De cada uno de los chavales me llevo algo: La personalidad de Maite, el carácter de M., la ternura de T., la picardía de Tx., la gracia de Az., la frescura de E., los besos de O., la dulzura de M., el toque infantil de E., el genio de P., las canciones que cantaba con C., la mirada de A., la psicología de Ana M., lo presumida que es A., la inteligencia de An., las conversaciones con mi Ana, la locura ( en el buen sentido), los puntos de Ch., y el carisma de R. 

 Hicimos muchas actividades, pasamos calor como nunca pero también disfrutamos, yo personalmente sí que exprimí cada momento todo lo que podía. No quería desaprovechar nada, no podía permitirme perder ni un segundo mientras estaba con los chicos, así pues, hice por conocerles un poquito a todos. 

Siempre había algo que comentar, la mayoría del tiempo lo pase sonriendo y es que no es para menos. No tengo palabras para describir lo que sentí, simplemente es INCREÍBLE lo que pueden darte con solo una mirada, con solo una sonrisa, con una caricia, con una palabra.

 Cabe también hablar como no de los coordinadores I.y U. a los que les debo todo ya que me hicieron sentir una más de ellos. También a N. agradecerle el cariño que me dió y el apoyo moral entre otras muchas cosas, esto no habría sido igual sin ella ni sin C., su alegría y espontaneidad fueron una gran ayuda. 

Y en general todos y cada uno de los monitores han dejado huella en mi, aunque a muchos me hubiese encantado conocerles un poco más. 

Por todo ello el último día, en la última reunión, al saber que había plazas para el campamento siguiente, fui de camino a mi casa pensando que ropa debía lavar y cual debía añadir a mi maleta para encontrarme nuevamente con ellos, pero esta vez fue Vitoria la ciudad que nos acogió y en la que hemos estado 8 días más.

 Aquí no llevaba el apoyo de mi hermana ni de mi amiga, pero no por ello he estado peor ni muchísimo menos. 

Nuevos chicos, nuevas vivencias, nuevos monitores y nuevos recuerdos que guardo para mí. Y aquí estoy, dos horas después de haberme despedido de ellos y con 3 horas por delante para estar sola y reflexionar, antes de subirme al autobús que me lleve de nuevo a mi Asturias. 

Aun falta un campamento de verano, pero no podré asistir ya que también tengo obligaciones, muchísimo menos gratas.

 Sé que volveré a repetir en cuanto me sea posible. 

Recomiendo a todo aquel que tenga algo de sensibilidad a que pruebe, y al que no la tenga también, porque estoy segura de que después de convivir y conocer a estas increíbles personitas verán todo de otra forma.
Sinceramente es lo que mejor que me ha podido pasar nunca, dedicar mi vida a ellos.

 

GRACIAS POR EXISTIR.

3 comentarios:

  1. Pues yo me sentiría orgullosisima si mis hijos decidiesen estudiar algo así y ayudar a la gente y aprender porque se aprende mucho de ellos, por eso digo has de sentirte orgullosa de tu trabajo, y pensar que quizá no serás de las que más dinero gane pero es que hay cosas que valen mucho más que el dinero.
    Un besito

    ResponderEliminar
  2. Es admirable que haya gente como tú, capaz de dedicar su vida a personas con minusvalías... yo creo que para eso hay que ser de una madera especial.

    Y cómo es eso de que aún están con campamentos de verano? O te refieres a que no puedes ir a uno el próximo verano?

    ResponderEliminar
  3. Un Ratón: Se me olvidó escribir que a día de hoy, mis padres siente orgullo. Al principio no lo entendían, pero cuando me vieron en acción con ellos se quedaron a cuadros. Al final cada uno elige su camino. Yo sería incapáz de estar sentada haciendo números como hizo el toda su vida. Yo soy feliz así.

    Espantapájara: Gracias por lo de admirable, pero creo que lo único que hace falta es querer hacerlo. Yo tampoco me veía capaz y mírame... jejeje
    El escrito es de hace 12 años!!! fueron mis primeros campamentos con ellos.
    Hace mucho que ya no voy de monitora, mi etapa de voluntariado acabó hace bastante.

    ResponderEliminar