miércoles, 30 de noviembre de 2011

LA BUENA EDUCACION


Todo el mundo dice la típica frase de: “yo sí que voy a saber educar a mis hijos, no como esos ineptos que crían demonios con cara de angelotes de Murillo”.

Y es verdad… todo el mundo lo dice, pero no todos lo llevan a cabo.

No como el HIJO DEL CUERPO, que será muy gitano como dice mi madre, pero en cuestión de educación lo que dice lo cumple, ¡vaya que sí!.

Así de educadinas salimos las hijas… no por haber ido a un colegio de monjas, que mejor nos hubieran mandado a uno público, porque lo que es FE… no tenemos. Bueno, a lo mejor sí, mi hermana tiene Fe en que un chorizo criollo ( enlace a la explicación de lo que estáis leyendo) la saque de apuros. Ella lo llama Fe, yo lo llamaría LOCURA…

El caso es que fuimos las dos buenas estudiantes. Nunca nos tenían que echar broncas en el cole, salvo a mí por darle a la húmeda más de lo normal, pero no como ahora que los chavales insultan, pegan, muerden, gritan y maltratan en general al profesorado. No, no era el caso.

Nuestros padres estaban acostumbrados a que hiciéramos los deberes solas, o con algo de ayuda pero no a tener que dar el coñazo para que nos aprendiéramos la lección, porque lo hacíamos sin problema.

La cosa se torció cuando entré en la Universidad.

Acostumbrada a colegios de monjas, y luego de curas, me sueltan en aquel campus inmenso, sin conocer a nadie, con tanta gente entrando y saliendo, haciendo grupos por los pasillos y tomando el sol en los jardines cuando entraba la primavera… vi el cielo abierto.

El primer día no lo pasé bien , por el miedo a lo desconocido, pero no tardé mucho en hacer un grupete de amigas supermegaguay. Lo típico, nos dejábamos apuntes, tomábamos un café en los descansos, nos pasábamos ejercicios, salíamos a fumar un cigarro, íbamos a tomar otro café, nos quedábamos a pasar apuntes en la cafetería, conocíamos a los camareros, nos invitaban al pincho de media mañana, pasábamos de ir a primera hora de clase, directamente quedábamos en la cafetería para contarnos las historias del fin de semana… Vaya! Que tenía vía libre para hacer lo que me diera la gana, y así lo hice.

En casa contaba lo que me parecía, o lo que creía que podíamos estar dando en clase.

¡Mal hecho!, porque el hijo del cuerpo me podía pillar en cualquier renuncio, ya que me había matriculado en EMPRESARIALES, no pude elegir diseño gráfico o medicina… no, tuve que escoger la rama que el buen hombre mejor controlaba. Aunque creo que también sabe algo de cirugía, de veterinaria, de delineación y arquitectura… ah!! Si!! Y tiene el título de Ingeniero Industrial… o eso dice… ( también le sale la vena andaluza de vez en cuando , me refiero a lo de exagerar las cosas, sin ánimo de ofender a nadie).

El caso es que de 12 asignaturas el primer año aprobé 2. Matemáticas y Estadística. Lo único que me gustaba.
Cuando llegó junio tuvimos una pequeña conversación:
n      Bueno, me parece que ya es suficiente. A mí no me vas a chulear más dinero. Para ir a pasear los apuntes a la universidad te buscas un trabajo y ayudas en casa.
n      Noooo, no no no, papá , es que es súper difícil, de verdad, si yo estudio pero es que, claro, ya sabes, el cambio de ambiente papá, es muy duro.
n      Si, ya, no me cuentes historias. Sé de sobra que puedes aprobar y si no lo haces es porque no te da la gana.
n      No, te lo prometo, mira apúntame a clases particulares porque de verdad, te juro que voy a aprobar, dame una oportunidad, no te fallé nunca, no lo voy a hacer ahora.
n      Bueno, una oportunidad nada más. Ya sabes que a mí estas cosas me queman mucho y me sacan de quicio. No estamos tu madre y yo trabajando de sol a sol para que vengas tú a fundir el dinero haciendo que estudias.
n      No papá te lo prometo (con ojos del gato de Shrek)
n      Queda dicho, una oportunidad, nada más una.
n      Si si papá, gracias.

Al año siguiente me pasó tres cuartos de lo mismo. Llegó junio y había aprobado otras dos. Derecho civil y contabilidad.
Antes de tener que reconocer que me había tocado la FAÑAGÜETA durante todo el año, decidí salir por la tangente.

n      Papá, mamá, tengo que deciros algo.
n      A ver… ¿qué pasa?
n      Pues mirad, nada, que creo que lo de empresariales no es lo mío. Quiero ser profesora.
n      Ah si? Vale…
n      Si? Jo que bien, menos mal porque es que ya no aguantaba más. Me aburren las clases, no me gustan las materias, me cuesta estudiar… no, definitivamente no es lo mío.
n      Ya
n      Bueno, papi, ya echo yo la preinscripción y cuando me den el papel para poner el número de cuenta te lo traigo ¿vale?
n      Si si vale. Mientras tanto búscate un trabajo.
n      ¿CÓMO?
n      Pues eso, que te busques un trabajo.
n      Pero para qué, si no quiero trabajar, yo lo que quiero es ser profesora.
n      Ya sí , si nos parece estupendamente bien lo de tu vocación repentina, pero te buscas el trabajo porque te lo vas a pagar tú.
n      ¿QUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE???? Pero si no tengo dineroooooo, si hay que pagar un montón de dinero y aunque sea en dos veces no lo tengo, y yo quiero estudiar.
n      Si? Bueno pues es lo que hay. Ya nos chuleaste dos años, así que si quieres estudiar te buscas un trabajo para pagarte la matrícula. Y si no pues nada, te buscas el trabajo igualmente porque en casa no vas a estar de brazos cruzados sin hacer nada, ayudas y punto. No hay más que hablar.

Y no hubo más que hablar. Con 20 años me busqué un trabajo de canguro con el que ganaba 20000 míseras pesetas que yo le daba rigurosamente a mi padre todos los meses.
Al principio pensé que a lo mejor se apiadaba de mí, porque jolín no es mala persona, y suelo camelármelo bastante bien, pero me equivoqué.
El hijo del cuerpo cumplió con su palabra y yo me pagué mi primer año de carrera de Maestra en Educación Especial.
Obviamente, como lo que pagaba me dolía… aprobé todo en junio y con buena nota. Ya sé que no es una ingeniería , pero yo soy bastante vaga.
El segundo año ya lo pagó otra vez mi señor padre y yo tan contenta, todos tan contentos.

Tuvieron que escuchar de todo:

Pobre,no veis que es una cría muy buena.
Como le podéis hacer eso a vuestra hija
No tiene nombre, pobre criatura, como la hacéis trabajar
Desde luego, que poco corazón tenéis                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                 

Pero ellos tenían su forma de pensar, creían que lo estaban haciendo bien y seguían en sus trece.

Lo pasé mal… pero mal de verdad, porque me sentía impotente por un lado, por no tener un duro para poder pagarme los estudios, no quería ponerme a trabajar para dárselo a mi padre, y encima y lo que más me dolía es que les había decepcionado.

Fue una lección de las de verdad. Si no llega a ser por ellos, a día de hoy probablemente no tendría mi carrera acabada y  un puesto de trabajo.

Para mí son los mejores, con sus virtudes y sus defectos, les estoy agradecida hasta el infinito por esa decisión tomada a tiempo.

Y repito hasta la saciedad DE MAYOR QUIERO SER COMO ELLOS.

3 comentarios:

  1. Yo no fui a un colegio de monjas... pero cuando marché a estudiar fuera también vi el cielo abierto. Mi desfase fue más bien en segundo: de 16 asignaturas aprobé 8. Menuda se lió en casa (porque yo había sido la 'estudiosina' de los tres hermanos). En tercero seguí rascándome el fañagüetu (tenías que haber puesto un enlace pa explicarlo!!) y a final de ese curso me di cuenta de la que había liado y decidí comportarme. Fue un poco tarde y lo arrastré un tiempo, pero al final espabilé. Y lo mío sí que tenía tela... estudiando Periodismo -que sin estudiar sacaba seises- y mis padres gastándose un pastón en la Pontificia de Salamanca. Olé mis güevos. Na, que me llegó la edad del pavo tarde.

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  2. mmmmmmmmmmmm yo creo recordar un juramento que el hijo del cerpo no cumplió, y repetía mes tras mes
    PROXIMO RECIBO Y CORTO EL TELEFONOOOOOOOOOOOOOO
    La vena del cuello sigue sufriendo
    Pero si tu ibas pa teleoperadora, que empresaria ni que maestra cachomamona

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  3. Sra espantapájara, tienes toda la razón. Yo sigo en la edad del pavo a día de hoy y no quiero soltarla jajaja.

    En cuanto al enlace... aquí está!!

    FAÑAGÜETU

    http://mas.lne.es/diccionario/index.php?palabra=Fa%F1ag%FCetu&buscarter=on&buscardesc=on

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